Aunque solo existe un 5% de cánceres conocidos en los que el factor genético es condicionante, muchas personas viven atemorizadas porque uno de sus familiares haya padecido esta enfermedad. Los expertos en la materia recomiendan informarse primero y hacerse un estudio genético si desean conocer más a fondo la situación en la que se encuentran.
Pero lo más importante es aprender a vivir sin miedo. Mi amiga Berta “tiene todo los números” para padecer cancer genetico, como ella misma dice. Los expertos sitúan el cáncer de mama, el de próstata, el de colón o el de piel entre los denominados popularmente como ‘canceres genéticos’. No obstante, esa no es la denominación apropiada ya que no es el cáncer lo que se hereda, sino los genes.
Los “dichosos genes” que Berta tiene de sus padres. Su madre padeció cáncer de mamá y Berta decidió hacerse el estudio genético que confirmó la anomalía en los genes que, con la frialdad de los datos de un estudio, aumenta entre tres y siete veces las posibilidades de tener cáncer de mama con respecto a las personas que no tienen esa anomalía en los genes. No es fácil encontrarse encima de la mesa con esos datos. “Se vive de otra manera”, dice Berta, “pero puede que sea hasta mejor”.
Muchas personas que han superado una enfermedad grave señalan que disfrutan más de la vida: haber estado cerca del ‘otro lado’ cambia la perspectiva con la que a menudo vemos la vida. Sobre todo cambia a los pesimistas, como era Berta.
Esta chica no piensa todos los días en su cancer genetico, pero es algo que, de alguna manera, está presente. La clave está en darle la vuelta y extraer las lecciones positivas. Antes de aquel estudio genético, Berta era una persona negativa y muy melancólica. Su evolución ha sido increíble. Ahora es ella la que siempre está sacando de casa a los demás cuando están tristes.
Vivir con miedo es vivir a medias, y Berta (y millones de personas como ella) solo piensan en aprovechar este viaje sin desesperanza en el horizonte.