El orgullo y la enfermedad 

Una persona con cáncer sigue teniendo defectos. A veces, se nos olvida. Aunque todo el mundo suele ser muy condescendiente con las personas enfermas, sobre todo cuando esas enfermedades son graves, existe un importante desconocimiento en relación a los efectos psicológicos de la enfermedad. Porque tener cáncer altera muchas cosas en la mente de una persona, pudiendo llegar a solucionar algunos problemas y a agravar otros.

Puedo poner el caso de una persona cercana que padecía sintomas de cancer de pancreas terminal. Era un viejo compañero de trabajo con el que guardaba una gran amistad. Aunque yo cambié de trabajo y cada uno siguió su camino seguimos manteniendo el contacto. Un día me lo encontré en el fútbol y le vi muy cambiado. Le invité a una cerveza tras el partido y me contó su problema. 

Creo que se abrió bastante conmigo porque no era un familiar directo y no estaba en contacto habitual con él. Eso le sirvió para exponerme algunos problemas derivados de su enfermedad. Curiosamente no me habló nada de sus dolencias físicas y no quiso especificar mucho más sobre la gravedad de su enfermedad. Pero sí se explayó con lo poco a gusto que se encontraba con su familia desde que empezó su batalla contra el cáncer. 

Siempre fue un tipo muy orgulloso. Nunca le gustó pedir ayuda para nada. Era un auténtico profesional, muy bueno en su trabajo, pero su hándicap siempre fue que quería hacerlo todo a su manera. Lo de trabajar en equipo no era para él. Y supongo que cuando te dicen que tienes síntomas de cancer de páncreas terminal hay que empezar a trabajar en equipo con tu familia, con los amigos más cercanos y con los médicos. 

Me contó que todos le trataban de otra manera ahora y que era incapaz de llevar una vida normal. “Me tratan como si estuviera enfermo”, dijo entre carcajadas. Él no era tonto y sabía que su orgullo le impedía pedir ayuda. Y es que el aspecto psicológico es más que importante también cuando tienes cáncer. Dominarlo es clave para ganar la batalla.

Maquinistas de alto riesgo

Soy usuario de metro desde que llegué a Madrid hace unos años. Siempre me ha gustado y lo prefiero a ir en autobús. No soporto los arranques y las paradas del autobús y no saber nunca a qué atenerte por culpa del tráfico de hora punta. El metro funciona bien y, aunque en los últimos dos años, se notan más aglomeraciones, yo estoy contento y no me quejo. Pero por lo que se ve no opinan igual algunos de sus trabajadores.

Desde hace tiempo, cada dos meses o así hay huelga de trabajadores, generalmente de maquinistas. Uno de mis mejores amigos trabaja como maquinista desde hace tres años así que tengo contacto directo con sus problemas. Se quejan, principalmente, de faltan trabajadores, exigiendo convocatoria de nuevas plazas. Pero, sobre todo, el mayor problema ha surgido por el amianto.

El amianto es un material que se usó durante mucho tiempo en determinados contextos, sobre todo en la construcción. Pero es un material nocivo para el ser humano habiéndose demostrado que puede generar cancer de esofago entre otros tumores malignos. Desde hace un par de décadas, el amianto está prohibido en la Unión Europea y en la mayoría países desarrollados, pero todavía persiste su uso anterior. Y aquí es donde entran las antiguas cabinas de maquinistas de los trenes más veteranos.

Cuando algunos trabajadores jubilados enfermaron se empezó a investigar y se detectó amianto en varios trenes antiguos. Los maquinistas, que pasan muchas horas en las cabinas, podrían ser los más afectados. Como decimos, la exposición a amianto aumenta el riesgo de cáncer de esófago, entre otros, así que no es ninguna broma.

Mi amigo me ha comentado que la gestión del problema por parte del Gobierno de Madrid ha sido nefasta. Según él, al menos, se intentaron ocultar estudios para no generar alarma y se retrasó la limpieza más de lo debido. Y hasta ahí puedo leer porque me faltan datos, pero parece un hecho que las autoridades no han actuado con la suficiente claridad desde el principio, generando el efecto contrario: más temor entre trabajadores y usuarios del metro.

TODOS EN EL PUNTO DE MIRA

Está claro que a nadie le gusta padecer una enfermedad como un cáncer pero da igual lo que nos guste o no, porque al que le toca le toca independientemente de si eres rico, pobre, desconocido o famoso, además si el cáncer que te encuentran es maligno no es que tengas muchas opciones, aunque nunca hay que rendirse antes de luchar.

 

El otro día me enteré en la televisión de que a Michael Robinson se le ha detectado un melanoma metastásico y le han dicho que no tiene cura. Para que le hayan dicho que no tenga cura, al famoso comentarista se le veía muy animado. Si a mi me hubiesen  dicho por ejemplo que tengo metastasis en el higado me pondría muy nervioso y no estaría nada animado, es más seguramente me deprimiría bastante. Es admirable que este señor se tome su enfermedad de una forma tan filosófica y siga adelante como si nada. Este comentarista de fútbol siempre me ha caído bien desde que llegó a jugar al fútbol a finales de los años ochenta al osasuna. Una vez que empezó a hacer el programa de el día después, fue cuando de verdad se hizo famoso en España, hasta el momento solamente le conocían aquellos que seguían la liga, los que no veían fútbol era la primera vez que lo veían y mucho se reían de él por no saber pronunciar bien del todo el castellano, aunque eso es bastante normal en alguien extranjero. Con los años no os creáis que ha mejorado mucho su forma de hablar, hay que decir que no es que no sepa hablar sino que falla a la hora de acentuar las palabras, porque de vocabulario va sobrado y lo ha demostrado a lo largo de los años.

 

Espero que todo le vaya muy bien aunque las expectativas no es que sean demasiado alagüeñas, y creo que no soy el único que piensa así, seguramente todo el mundo que está metido en el mundo del fútbol está apoyando a Robin, ya que siempre ha sido una persona muy afable y muy querida por todos.

ESTOY BIEN ASÍ

Los hombres tenemos bastante suerte por no tener que preocuparnos de muchas enfermedades que son más frecuentes en las mujeres, como el cancer de mama, pero que los hombres también pueden sufrirla aunque es mucho menos frecuente que en las mujeres. Siempre me gustó ser hombre y siempre he dicho que no me gustaría mucho haber sido mujer, ya que ser hombre tiene unas cuantas ventajas que son bastante significativas. Por ejemplo, no tenemos que parir, que debe de ser una situación aterradora, pensar que te va a salir una personita de dentro con una fecha determinada debe de ser una situación de bastante tensión, y tener que cargar con el peso del niño o niña en la barriga durante meses debe de ser muy cansado, ya peso yo suficiente como para tener peso extra. No envidio a las mujeres por tener que parir, es más doy gracias al cielo por no tener que hacerlo.

 

Otra ventaja de ser hombre es que se te trata de diferente manera, no mejor o peor pero sí diferente, los hombres por ejemplo tenemos mucha más libertad que las mujeres, sobre todo cuando somos jóvenes, los padres tratan de atar más en corto a las niñas que a los niños, ya que tienen más miedo por la suerte que puedan correr sus hijas que sus hijos, los niños en general se desenvuelven de una maner mucho más independiente, de eso me doy cuenta ahora cuando veo como tratan mis amigos y familiares a sus hijos, hay muchas diferencias entre cómo tratan a los niños y a las niñas. A los niños los dejan sueltos por ahí a su aire mientras que a las niñas las tienen que acompañar a todos lados por miedo a que les pase algo. Y los casos que están saliendo últimamente en nuestro país, no es que ayuden precisamente, sino que le mete más paranoia si cuadra a los padres. Ser padre debe de ser una constante preocupación, espero no tener hijos para poder vivir sin esa clase de preocupación, que se la queden otros que yo no la necesito ni la quiero.

El temor a la enfermedad hereditaria

Aunque solo existe un 5% de cánceres conocidos en los que el factor genético es condicionante, muchas personas viven atemorizadas porque uno de sus familiares haya padecido esta enfermedad. Los expertos en la materia recomiendan informarse primero y hacerse un estudio genético si desean conocer más a fondo la situación en la que se encuentran.

Pero lo más importante es aprender a vivir sin miedo. Mi amiga Berta “tiene todo los números” para padecer cancer genetico, como ella misma dice. Los expertos sitúan el cáncer de mama, el de próstata, el de colón o el de piel entre los denominados popularmente como ‘canceres genéticos’. No obstante, esa no es la denominación apropiada ya que no es el cáncer lo que se hereda, sino los genes.

Los “dichosos genes” que Berta tiene de sus padres. Su madre padeció cáncer de mamá y Berta decidió hacerse el estudio genético que confirmó la anomalía en los genes que, con la frialdad de los datos de un estudio, aumenta entre tres y siete veces las posibilidades de tener cáncer de mama con respecto a las personas que no tienen esa anomalía en los genes. No es fácil encontrarse encima de la mesa con esos datos. “Se vive de otra manera”, dice Berta, “pero puede que sea hasta mejor”.

Muchas personas que han superado una enfermedad grave señalan que disfrutan más de la vida: haber estado cerca del ‘otro lado’ cambia la perspectiva con la que a menudo vemos la vida. Sobre todo cambia a los pesimistas, como era Berta.

Esta chica no piensa todos los días en su cancer genetico, pero es algo que, de alguna manera, está presente. La clave está en darle la vuelta y extraer las lecciones positivas. Antes de aquel estudio genético, Berta era una persona negativa y muy melancólica. Su evolución ha sido increíble. Ahora es ella la que siempre está sacando de casa a los demás cuando están tristes.

Vivir con miedo es vivir a medias, y Berta (y millones de personas como ella) solo piensan en aprovechar este viaje sin desesperanza en el horizonte.