El orgullo y la enfermedad 

Una persona con cáncer sigue teniendo defectos. A veces, se nos olvida. Aunque todo el mundo suele ser muy condescendiente con las personas enfermas, sobre todo cuando esas enfermedades son graves, existe un importante desconocimiento en relación a los efectos psicológicos de la enfermedad. Porque tener cáncer altera muchas cosas en la mente de una persona, pudiendo llegar a solucionar algunos problemas y a agravar otros.

Puedo poner el caso de una persona cercana que padecía sintomas de cancer de pancreas terminal. Era un viejo compañero de trabajo con el que guardaba una gran amistad. Aunque yo cambié de trabajo y cada uno siguió su camino seguimos manteniendo el contacto. Un día me lo encontré en el fútbol y le vi muy cambiado. Le invité a una cerveza tras el partido y me contó su problema. 

Creo que se abrió bastante conmigo porque no era un familiar directo y no estaba en contacto habitual con él. Eso le sirvió para exponerme algunos problemas derivados de su enfermedad. Curiosamente no me habló nada de sus dolencias físicas y no quiso especificar mucho más sobre la gravedad de su enfermedad. Pero sí se explayó con lo poco a gusto que se encontraba con su familia desde que empezó su batalla contra el cáncer. 

Siempre fue un tipo muy orgulloso. Nunca le gustó pedir ayuda para nada. Era un auténtico profesional, muy bueno en su trabajo, pero su hándicap siempre fue que quería hacerlo todo a su manera. Lo de trabajar en equipo no era para él. Y supongo que cuando te dicen que tienes síntomas de cancer de páncreas terminal hay que empezar a trabajar en equipo con tu familia, con los amigos más cercanos y con los médicos. 

Me contó que todos le trataban de otra manera ahora y que era incapaz de llevar una vida normal. “Me tratan como si estuviera enfermo”, dijo entre carcajadas. Él no era tonto y sabía que su orgullo le impedía pedir ayuda. Y es que el aspecto psicológico es más que importante también cuando tienes cáncer. Dominarlo es clave para ganar la batalla.