Nunca entendí porque Alberto alquiló aquel piso-sótano. Es verdad que trabajaba por la noche y no iba a disfrutar mucho de las horas de sol. Dormía por el día y trabajaba por la noche, como los vampiros, como a él le gustaba decir. Cuando algún fin de semana le visitaba me encontraba prácticamente a oscuras a las cinco de la tarde en pleno agosto.
Por aquellos tiempos, Alberto valoraba más la zona en la que estaba el piso que el piso en sí mismo. Le encantaba el barrio porque desde que llegó a la ciudad, siempre quiso vivir ahí. Los primeros dos años tuvo que estar en el extrarradio, pero en cuanto ahorró un poco de dinero buscó piso en el centro. Encontró una urbanización que le gustó, pero los precios eran excesivos. Entonces vio un anuncio de uno de los pisos situados en el sótano. ¿El problema? La única ventana de la casa daba a un patio muy oscuro.
Tras varios años en el zulo, como lo llamábamos cariñosamente, ha decidido cambiar de aires. ¡Y menudo cambio! Encontró una ganga en el barrio que tanto le gusta. Es un cuarto con unas vistas increíbles. Cuando lo vi con sus techos transparentes para terrazas, su mesita y sus sillas para tomar algo al fresco aluciné. Le pregunté que a qué se debía este cambio, que si ya no le daba igual lo de la ‘oscuridad’ y me respondió con una sonrisa: “me apetecía volver a ver la luz del sol”.
La casa de mi amigo el ex vampiro me ha dado ideas para mi propia casa. Yo también tengo una terraza con vistas a un parque, pero no tan espectaculares como la suyas, eso está claro. Hasta ahora no habíamos sacado suficiente partido a esta zona de la casa. Lo utilizamos más bien para almacenar algunos enseres y poner las bicicletas.
Los techos transparentes para terrazas de la casa de Alberto me han dado algunas ideas. Si quitamos las cajas y guardamos las bicis en otra parte, colocamos una mesa y unas sillas en condiciones, puede ser un lugar perfecto para tomar el aire… y el sol.