Siempre me ha gustado controlar mis cosas hasta tal punto de que prefiero hacer yo las cosas, aunque no salgan del todo bien a delegar en otra persona que las haga mejor que yo. Lógicamente es una postura negativa que he ido tratando de corregir con el tiempo. Donde no me ha costado nada es en lo relacionado con los seguros. Desde el principio, desde que tuve que obtener un seguro para el coche, supe que no iba a ser algo que supiese gestionar.
Todavía era muy joven y acababa de sacar el carné y visité un par de aseguradores para ver qué me ofrecían. Al final acabé firmando un seguro que casi me despluma. Mi padre me dijo que le dejara en su cuenta. Y aunque me costó admitir que tenía razón, permití que él me lo buscara. Y ahorré bastante dinero.
Lo mismo ha sucedido ahora con la búsqueda para contratar seguro decesos. Ya tengo una edad y todo el mundo de mi entorno de edad similar a la mía cuenta con un seguro de decesos. Sé que no es algo que surja habitualmente en un tema de conversación: “¿oye, tú qué seguro de decesos tienes?”, pero en mi familia ya me han apurado para contratarlo. No sé si será esto de la pandemia o qué, pero está claro que todo el mundo se preocupa más por estas cosas que antes.
Así que me puse manos a la obra y estuve mirando para contratar seguro decesos, pero me ha costado mucho entender las diferencias entre unos y otros. Casi como cuando saqué el carné y me puse a buscar como un loco seguro de coche, con este tema también me pierdo con la terminología típica de los seguros. Entonces pensé que mi hermana me podía echar un cable.
Sé que ella contrató un seguro hace poco, aunque es más joven que yo, pero mucho más precavida. Le pregunté cómo lo había hecho ella y me dio unas indicaciones. Como seguía sin enterarme al final ha sido ella la que lo ha gestionado y me ha puesto dos opciones encima de la mesa bastante parecidas. Y es que a veces hay que saber delegar, sobre todo con esas cosas que no se nos dan bien.