Comprar una casa antigua para ser reformada es todo un reto que pone a prueba el aguante de las personas más pacientes. Como teníamos ya experiencia con otra casa hace años que finalmente vendimos, en esta ocasión nos lo tomamos con mucha calma. Nos hace gracia esos programas de televisión en los que las reformas se hacen en 6 u 8 semanas, cuando la realidad a este lado del mundo es bien distinta, sobre todo cuando hablamos de casas realmente antiguas.
Pero en nuestro caso no había mucha prisa, teníamos nuestro piso que teníamos pensado poner en alquiler una vez terminara la reforma. Pero, aun así, hubo momentos de cierta ansiedad en todo este proceso sobre todo cuando se descubrió un problema estructural nuevo en la parte de la cocina que retrasó varios meses el término de la reforma. Una vez superado el problema, ya estamos en la fase final terminando los últimos detalles como el baño y sus mamparas de ducha correderas.
Teníamos claro que los baños iban a ser una de las zonas más cuidadas de la casa junto a la mencionada cocina. Queríamos algo de diseño moderno y sofisticado en la línea de lo que vemos de vez en cuando en los hoteles a los que vamos. Claro que el coste iba a ser considerable así que cuando nos pusieron sobre la mesa el presupuesto definitivo de los dos baños tuvimos que hacer ligeros cambios para no salirnos del presupuesto tope que nos habíamos marcado al principio.
Pero lo que no cambiamos del diseño inicial del baño pequeño fue la elección de mamparas de ducha correderas además del hidromasaje que era uno de mis grandes caprichos. Porque si esta iba a ser nuestra casa definitiva quería tener esas dos o tres cosas con las que siempre había soñado.
Así como mi marido tenía claro que la cocina debía ser un espacio muy delicado, porque a él le encanta cocinar y va a ser su lugar predilecto de la casa, a mí me encanta un buen baño relajante. Y entre la ducha del baño pequeño y la enorme bañera del grande, creo que voy a estar más que bien servida.