La actividad del sector seguros está marcada por el riesgo. La lista de compañías desaparecidas por una mala valoración del mismo es extensa. Para minimizar pérdidas y dar sostenibilidad a su modelo de negocio, las entidades se sirven hoy de un instrumento simple y efectivo: el cuestionario de salud.
Al examinar los mejores seguros médicos del mercado, el cliente primerizo se sorprende al topar con la obligación de rellenar el cuestionario médico. Se trata de un documento legal que antecede a la firma del contrato y que permite al tomador revela su estado de salud y sus antecedentes clínicos con total sinceridad.
Lejos de ser un trámite protocolario, el cuestionario de salud puede provocar el rechazo o aceptación del cliente por parte de la firma aseguradora. Desde la óptica de la compañía, este cuestionario responde a la pregunta de cuánta exposición al riesgo asume la entidad al prestar sus servicios a esa persona.
De este documento, obligatorio en la mayoría de pólizas de salud, puede prescindirse en ciertos seguros, más económicas y fáciles de contratar. Sin embargo, sus coberturas son demasiado básicas y rara vez incluyen la hospitalización y otras prestaciones elementales.
La importancia del cuestionario médico en el ámbito de los seguros reside en su influencia decisiva en las coberturas y prestaciones. Si el tomador omite detalles relevantes acerca de su salud, podría sufrir carencias en los servicios percibidos en caso de presentarse una emergencia.
Por descontado, mentir en las preguntas de dicho cuestionario es una forma de estafa. Si el usuario entra en conflicto con la aseguradora, tendría todas las de perder en cualquier escenario legal.
Así las cosas, mantener una actitud honesta y transparente es beneficiosa para el propio usuario. Se aconseja responder con exactitud y brevedad a las preguntas relativas a la edad, las enfermedades preexistentes o los hábitos de consumo.