¿Eres un fanático del orden y la limpieza y has tenido un hijo? Prepárate a sufrir. En unos meses tendrás la casa manga por hombro. Y no, no habrá solución: en cuanto el niño empiece a andar, olvídate de sacar brillo a esa lámpara de pie que compraste en París. Mejor la quitas sino quieres tener que volver cada mes a comprar otra.
La lámpara de pie que nosotros teníamos en el pasillo no estaba comprada en la capital de Francia, sino en unos grandes almacenes del extrarradio: pero le teníamos aprecio. Por lo visto, nuestro hijo Darío no le tenía el mismo aprecio que nosotros, ya que colisionó deliberadamente con ella en varias ocasiones hasta que, definitivamente, la partió. Por suerte, no hubo consecuencias personales que lamentar, como diría el telediario, pero sí materiales: aparte de la lámpara que ya la dábamos por perdida desde hacía tiempo, hubo que hacer un pedido urgente de bombillas online. Porque claro, esa no fue la única lámpara que feneció en circunstancias desagradables.
En el salón tenemos otra lámpara en una mesita. Tampoco se trata de un objeto muy caro, pero si le teníamos cierto cariño porque llevaba mucho tiempo con nosotros. Diréis que somos unos negligentes por dejarle al alcance otra lámpara si ya había roto una. En realidad, “no estaba al alcance”, pero el chaval trepó por el sillón hasta alcanzar el cordel con el que se enciende el aparato, tiró de él, y aunque yo me lancé cual portero de fútbol para evitar el desastre, no conseguí atajar el disparo…
Tras el desenlace de esta nueva rotura de lámpara, además de volver a comprar bombillas online, decidimos hacer algunos cambios en casa. Una casa a prueba de bombas en la que nada pueda ser roto. Bueno, sabemos que eso es casi imposible, pero lo estamos intentando.
El caso de su habitación es curioso. Parece la celda de un psiquiátrico, con el suelo y parte de las paredes acolchados. Cuando entra en bucle y empieza a arrojarse contra todo, le metemos en su habitación donde no hay ningún peligro. Y que desfogue ahí.