Las tres natas que siempre debes de tener en la cocina

¿Sabes cuáles son los tres tipos de natas que no pueden faltar en ninguna cocina? Te lo contamos a continuación y te decimos cuáles son las diferencias entre ellas y para qué puedes usarlas con ejemplos muy claros.

La nata de cocinar es una nata con un contenido en materia grasa de aproximadamente un 14%. Su sabor es suave y natural y esto la hace ideal para formar parte de todo tipo de platos. Es la que debes de utilizar si decides cocinar una salsa para tu filete o unos macarrones con nata. Conseguirás también cremas muy suaves, pero sin que se añada dulzor.

La nata para montar es una nata líquida con un alto contenido en materia grasa, normalmente en torno al 35%. Esta es la principal diferencia con la de cocinar ya que ambas son líquidas y muy parecidas en el aspecto. Su sabor es algo más fuerte y es ideal para cocinar todo tipo de postres. Para esto, lo habitual es montarla primero y añadirme azúcar, aunque es posible encontrar nata para montar que ya viene azucarada.

Esta nata se puede usar en bizcochos y tartas sustituyendo a la leche para conseguir postres con un sabor más intenso o con un aspecto más cremoso. Los cocineros con experiencia prefieren la versión que no viene previamente azucarada ya que así la preparan exactamente a su gusto. Pero en muchos hogares usan esta nata para recetas sencillas y al tener el azúcar previamente añadido simplifican todavía más el proceso. Es el caso de montar nata para adornar una tarta.

Por último, nos encontramos también con la nata montada en spray. Suele venir azucarada ya que es complicado añadir azúcar a algo que ya viene montado. Es muy fácil de usar, ya que solo hay que agitar y pulsar y sale un delicioso chorro de nata montada. Por su forma es ideal para adornar tartas y su comodidad la convierte en la opción ideal para postres que no necesitan elaboración, como las fresas con nata o los cafés vieneses.

Existen otros tipos de nata pero ya no resultan tan imprescindibles, al menos no todo el año. Un ejemplo es la nata helada, que en verano puede ser fantástica para añadir a las copas de fruta o para preparar el café bien frío. La nata helada es diferente al helado de nata, que también es delicioso pero con un sabor más suave.